José Francisco Benavente Pincheira
✟31 de Diciembre de 1947 - 26 de Octubre de 2024✟
José Benavente Pincheira
José Benavente Pincheira, conocido cariñosamente como El Brillo, fue un hombre visionario que marcó un antes y un después en la tradición sombrerera de Chile. Originario del Maule, llegó en su adolescencia a la ciudad de Rengo, donde encontró su pasión en el arte de la sombrerería, un oficio que perfeccionó con dedicación y maestría.
Su sombrerería se convirtió en un referente nacional, conocida por la excelencia y calidad de sus sombreros, elaborados con un cuidado excepcional en cada detalle. Pero no fue sólo su destreza lo que lo hizo destacar; la simpatía y calidez con la que atendía a sus clientes lo convirtieron en una figura entrañable y respetada. Personas de todo Chile llegaban a su taller, sabiendo que llevaban consigo no solo un sombrero, sino una pieza única, confeccionada con amor y tradición.
José fue un hombre profundamente dedicado a su familia. Padre de cinco hijos y abuelo orgulloso, inculcó valores de trabajo, amor y unidad. Cuatro de sus hijos y esposa han seguido su camino, manteniendo viva la sombrerería como un acto de herencia, orgullo y continuidad. Para sus nietos, más que un maestro sombrerero, fue para ellos un abuelo ejemplar, cuya calidez, entrega y enseñanzas marcaron profundamente sus vidas.
El apodo El Brillo reflejaba su carisma, compromiso y la luz que aportó tanto a su familia como al arte de la sombrerería chilena. Su trabajo fue más que un oficio; fue una representación de la artesanía, las tradiciones y el orgullo de crear con las manos. Quienes tuvieron el privilegio de conocerlo o portar uno de sus sombreros llevan consigo no solo un símbolo de calidad, sino también el recuerdo de un hombre que dejó una marca imborrable en la cultura chilena.
José Benavente Pincheira es y será siempre recordado como un ícono de la artesanía, un visionario de los sombreros y un orgulloso guardián de las tradiciones chilenas. El Brillo seguirá iluminando la memoria de quienes lo conocieron y de todos los que llevan en su cabeza el fruto de su pasión y talento.
Su esposa, hijos y nietos le dedicamos estas palabras:
Gracias por su ejemplo, por su cariño incondicional, por enseñarnos el valor del trabajo bien hecho y por haber sido siempre el corazón de nuestra familia.
Su legado vive en cada uno de nosotros, en cada sombrero que aún se confecciona con sus enseñanzas, y en cada recuerdo que guardamos con orgullo. Lo recordamos siempre, lo honramos con cada paso que damos y lo llevamos en el alma todos los días.
Con amor eterno,
La familia.